domingo, 1 de febrero de 2009
Yo presencié ese momento
¡¡¡¡Se fue, se fue, se fue!!! No sé cual es la noticia más destacable, si que llegue Obama o que se vaya Jorgito. Imagino que en este mismo dilema se encuentra inmerso un gran número de personas, probablemente muchos de los cientos de miles que se concentraron en Washington para rendir pleitesía al nuevo presidente. Bueno va, olvidemos el ayer y centrémonos en el mañana.
Si los actos de investidura de Barack Obama son reflejo de lo que será su mandato, en los años que tiene por delante va a contar con el apoyo de la ciudadanía estadounidense para enfrentarse con la infinidad de retos (problemas) a los que se enfrenta. Y es que alrededor de dos millones de personas se reunieron en la capital de Estados Unidos para seguir en vivo una jornada que todos los presentes sabían que formará un importante capítulo en los libros de historia de las generaciones venideras. Y precisamente en este aspecto, el apoyo ciudadano, centró Obama gran parte de su primer discurso como presidente.
Dando un paso más en su discurso, Obama ha pasado de la esperanza y la ilusión al poder del ciudadano raso, es decir, todos los habitantes del país de las maravillas deben trabajar codo con codo con el nuevo presidente para que el país salga adelante. Un gran discurso, a mi parecer, porque el demócrata mata dos pájaros de un tiro, motivar a la ciudadanía en estos tiempos de crisis y repartir con todos la responsabilidad en caso de que se dé el tan comentado posible fracaso del nuevo gobierno ante las grandes expectativas creadas a su alrededor.
De cualquier manera, baño de masas de los que cada vez se ven menos en un mundo cada vez más informado y, por tanto, cada vez más escéptico ante las palabras de los políticos. En fin, señor Obama, que tenga buena suerte y, por favor, mejor intención.
Y para los que hayan echado de menos una crónica de ambiente, ahí van algunos de los mejores momentos.
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