domingo, 9 de noviembre de 2008
La noche americana: vivo sin vivir en mí
“Obama: Caen las barreras raciales mientras los votantes aceptan el llamado al cambio", "Obama: 'El cambio ha llegado a América'” , "Obama cambia el color de la historia", “Obama culmina el sueño del cambio”, "Ganó Obama y EE.UU. tendrá su primer presidente negro". Son los titulares de algunos de los principales diarios del mundo: cambio, cambio, cambio.
No sé qué siento, no sé si tengo frío o calor, si reír o llorar, si cortarme las venas o dejármelas largas. De verdad, no sé si estoy contenta, me alegra que esa sociedad, la estadounidense, que siempre he considerado tan retrógrada, superficial y estúpida (y que conste que no me gusta generalizar*), haya hecho posible que 50 años después del asesinato de Martin Luther King un negro sea presidente electo del país. Dicen que no habla como un negro, que no se viste como un negro y, evidentemente su formación no es la de cualquier negro americano, pero su color de piel es el que es. Sin embargo, y aquí viene mi dilema, este hombre milita en un partido que está a la derecha de nuestro querido PP. Entonces, ¿Me alegro o no?
*Léase en tono irónico
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